Medir la calidad de un trabajo, promocionarse, promover relaciones, aprender, conocer nuevas problemáticas; resolverlas. Dialogar, reciclarse y también, pero no sólo, conseguir oportunidades de trabajo. Y quizás un premio económico. Pero sobre todo, los
concursos de arquitectura son el mejor método para experimentar, investigar materiales, analizar conceptos. “No hay razón para no probar algo nuevo sólo porque nadie lo haya intentado antes”, dijo Antonio Gaudí.Y alguien que parió la Casa Milá algo sabrá del tema.
Existen muchos recursos para arquitectos y diseñadores, pero hoy vamos a presentaros una útil herramienta que, entre otras opciones, incluye uno de los índices más completos de concursos de arquitectura de la web en español. Se trata de
OpenGap, una plataforma de promoción y de networking que surge con la intención de servir de punto de encuentro para arquitectos.
Los profesionales del gremio podrán encontrar aquí un escaparate gráfico en el que promocionar su trabajo, una bolsa de empleo con ofertas reales y actualizadas continuamente, foros de discusión, un completo buscador de estudios o arquitectos y un amplio listado de concursos del sector detallados.
No se trata sólo de un directorio de premios de arquitectura, sino que en esta red vertical organizan concursos, propios o para terceros. En este último caso, el objetivo es encargarse de la selección del arquitecto para un proyecto determinado a fin de que ese proceso no se base en una decisión aleatoria. Al final se trata de que las necesidades arquitectónicas de una parte se encuentren con el profesional y la solución ideales para resolverlas. De dar salida al talento.
Y por sus convocatorias -propias, organizadas por administraciones, instituciones privadas o promotores particulares- han pasado algunos de los más talentosos arquitectos y estudiantes del actual panorama internacional, como se puede ver en la resolución de los galardones y en la revista Future Arquitecturas, que recoge algunos de estos trabajos.
Uno de los que se ha fallado recientemente es el concurso INNATUR, que ya va por su cuarta edición. Una convocatoria que la propia Opengap lanzaba a principios de año en busca de ideas innovadoras que plantearan una estrategia actual para fusionar con éxito modelos arquitectónicos en un entorno natural. Se presentaron más de 150 trabajos de distintos países entre los que se alzó con el premio de 2.500 euros el equipo formado por Marina Levedaki y Elisania Michalopoulou (Grecia) por su proyecto ‘The line of fire’.
Otro de los concursos habituales que organiza OpenGap es de ‘A house for...’, para el que hace unas semanas abrió la convocatoria de la nueva edición, la tercera. En este premio se pide a los participantes que diseñen una vivienda para el cliente que quieran con la idea de que los habituales límites del concepto de vivienda se difuminen para dar cabida a aspectos concretos de la identidad del personaje elegido.
Los organizadores no fijan limitaciones ni respecto el emplazamiento en el que se ubicará el proyecto ni en cuanto al personaje, que puede ser histórico o actual, real o ficticio y de cualquier nacionalidad siempre y cuando se justifique su relación con el proyecto. El único requisito es que la vivienda no supere los 1.000 metros cuadrados totales de construcción, unas dimensiones que dan de sobra para plasmar la personalidad del supuesto cliente elegido. Con lo cual, las posibilidades para la creatividad con muchas; y tiene premio: 2.500 euros.
En la pasado edición, el premio recayó en los estadounidenses Jackie Krasnokutskaya y Shuping Liu por su curioso trabajo ‘A house for an agoraphobe’, en el que proponían soluciones para cada una de las épocas del año y para todos los posibles momentos comprometedores a los que se enfrentaría una persona con este trastorno de ansiedad -que consiste en un temor intenso a los espacios abiertos o públicos en los que pueden presentarse aglomeraciones- con el fin de hacerle la existencia más sencilla.
Pero no falta un buen listado de concursos abiertos como el de Tristán de Acuña, la isla habitada más remota del mundo. Es uno de los más curiosos de los que se pueden encontrar en el sector en este momento, sin duda porque toda la historia que rodea a este remoto trozo de tierra rodeado por mar lo es. Tristán de Acuña, que toma su nombre del navegante portugués que la descubrió allá por el siglo XVI, se encuentra en el Atlántico Sur, a cerca de 2.000 millas de Ciudad del Cabo, el punto más cercano.
Coincidiendo con que en 2016 se cumplen 200 años de la anexión a la Corona británica, su gobierno, junto con el RIBA (Royal Institute of British Architects), ha puesto en marcha un curioso galardón para remodelar la capital, Edimburgo de los Siete Mares -que con ese nombre bien podría estar en la desembocadura de Aguasnegras, pero no-. La principal característica de Tristán de Acuña es su ubicación y su limitado sistema de comunicaciones: la única forma de llegar allí es por barco o en hidroavioneta, porque no cuenta con aeropuerto, y las condiciones climatológicas sólo permiten el acceso a su puerto durante unos 60 días al año y en trayectos marítimos de entre 7 y 10 días.
El objetivo es conseguir hacer viable la vida en la isla y mejorar la calidad de vida de los poco más de 300 vecinos que la habitan, además de reformar los edificios institucionales y pensar en una posible remodelación del sistema económico local, que tiene en la ganadería, la agricultura y la producción de producto fresco, sobre todo la pesca, su principal sustento.
Cómo veis, aunque la situación en el gremio está difícil no faltan ideas y necesidades en busca de arquitectos con talento, creatividad y ganas que las solucionen.