A principios de 2013, el Gobierno de Iztapalapa (México D.F.) decidió elaborar un Plan de Urbanismo que pretendía lograr una transformación social a través de una serie de transformaciones urbanas. Una de esas transformaciones fue la remodelación de la avenida Hidalgo, una calle situada en el corazón del barrio San Miguel con una gran intensidad urbana, ya que acoge escuelas, guarderías, centros sociales y deportivos y que aglutina una gran concentración comercial, tanto comercios establecidos como comercios informales, una combinación que convierten a esa calle en el área más compleja y conflictiva del barrio.
Se buscaba lograr no solo un profundo cambio de imagen sino también de la forma de uso del espacio público. Bajo la premisa de “monumentalizar la periferia”, el equipo de Bandada Studio creó un proyecto que mantenía los usos con los que ya contaba la calle, incorporaba nuevos y multiplicaba la intensidad peatonal.
La primera estrategia pasaba por suprimir todas las barreras arquitectónicas, focalizadas en un camellón central muy deteriorado que dificultaba el cruce transversal y unas banquetas destruidas por las raíces de los árboles en busca de agua debido al sellado general del suelo por la acumulación de pavimentos impermeables.
Decidimos generar una plataforma única y continua en toda el área, optimizar la superficie vial logrando la ampliación del espacio peatonal y la sustitución del camellón por una secuencia de jardineras que mantenían la función básica de ordenar el tránsito, pero permitiendo el paso entre ellas.
Las jardineras además, explican desde Bandada Studio, tienen la función de captar agua limpia de lluvia, infiltrarla y distribuirla a través de una capa drenante bajo el pavimento, aportando y acumulando la humedad necesaria para que los árboles no requieran buscarla fuera de su ámbito. La segunda estrategia pasó por corregir la escasa y deficiente iluminación pública, garantizando la visibilidad en todo el área ampliando al máximo las horas de uso de este espacio público.
Ambas estrategias fueron acompañadas de la idea de generar también un cambio estético en la percepción del espacio público, por ello la separación de la banqueta y el arroyo vehicular se logró con diferentes elementos urbanos que dotaban de armonía y complejidad a un recorrido lineal, o también se incorporaban elementos de iluminación ambiental que aportaban calidad y sensaciones nunca vistas en esa parte de Ciudad de México. Una de las hipótesis de partida era que la consecuencia directa de tratar con dignidad a las personas es que acaban comportándose dignamente, y esa hipótesis empezó a materializarse cuando el proyecto pasó a ser una realidad. Pese a las reticencias iniciales de los diferentes actores sociales, pronto entendieron que se les estaba ofreciendo un espacio público de calidad en un contexto urbano acostumbrado a recibir lo mínimo, y eso generó una conciencia colectiva de cuidado y mimo por ese nuevo espacio.
Algunos grupos se empezaron a organizar para pintar los muros de las escuelas con nuevos motivos, modernizar los carteles y fachadas de algunos negocios y el caso más importante fue el de los comerciantes ambulantes, el colectivo que más fricciones encontraba en su encaje dentro del proyecto, que decidieron dar un salto de calidad en paralelo al que estaba dando el entorno urbano y diseñaron y construyeron, por iniciativa propia, unos nuevos puestos homogéneos y uniformes buscando una mejor consonancia con el nuevo contexto. El primer paso para la transformación urbana del barrio San Miguel estaba dado, y el de la transformación social mostraba sus primeros signos.
Datos del proyecto:
Urbanismo: Bandada Studio
Localización: Ciudad de México, México
Proyecto: 2013
Construcción: 2014